José Ángel baja del Parque Vicente
García en esta
ciudad y va directamente a la terraza del Hotel
Cadillac con el fin de pasmar la sed con una
cerveza; como las sillas están ocupadas,
se dirige a la barra y el barman lo
satisfice de inmediato; con la lata en la mano busca donde sentarse para saborear
la preferida de Cuba.
Al cruzar el bulevar se encamina por la Plaza
Martiana hasta
la Taberna Don Juan. Allí encontró todo lo que necesitaba. El joven trigueño,
de unos 25 años de edad, abre la cerveza y bebe un largo sorbo dejando pasar
lentamente el líquido por su garganta; en ese instante una pareja se sienta
a la mesa contigua.
Los recién llegados hablan alto y sin parar,
mientras el sirviente les pone en la mesa un par de cervezas Bucanero. José Ángel los contempla callado, hasta que la mujer que tiene
enfrente le hace una invitación irresistible: “Pásate con nosotros, no nos
gusta estar solos“.
Él duda un instante, pero es el recién llegado
quien lo saca de su indecisión: “Échate para acá que Coralina acaba de llegar
de una misión de trabajo en Ecuador,
donde ha ganado bastante dinero, y esa es la razón de la invitación, ¡celebrar
por todo lo alto!, pero como no somos de aquí, estamos solos”.
Ella
subraya: “Antonio es de mucho beber, y necesita quien lo acompañe, yo
tengo solo con esta”.
El invitado se instala en el tercer taburete de la
mesa colindante y Antonio pide al cantinero que repita el pedido. Minutos
después escucha muy bien contada la historia de este matrimonio, de su interés
de comprarse una buena casa en el centro histórico de la ciudad.
Es ella la primera en elogiarle su atractiva cadena de oro
martillada, rematada con la estampilla de la Virgen de la Caridad del Cobre, luego el anfitrión le asegura a su esposa, que por una así, como la que exhibe en el
pecho el joven, sería capaz de ir de inmediato al banco a extraer la cantidad
de dinero que le pidieran por ella.
José Ángel orgulloso y presumido escucha la primera oferta de la “fiel esposa”: “Si es la
que mi Antonio anda buscando, ahora
mismo te ofrezco 500 dólares“.
Y de inmediato se brinda a llevarla a tasar con un
joyero fiable. Él, ante tal oferta y seguro
de que no vale aquella cantidad de dinero por su poco peso, se pone de
pie para acompañarla.
“Déjala a ella que se encargue, nosotros vamos a seguir bebiéndonos la fría“
Con la codicia reflejada en sus pequeños y
brillantes ojos negros, José Ángel se despoja de su cadena.
Vista: entrada al Centro Histórico... |
DOS HORAS MÁS TARDE…
Antonio está totalmente ebrio y enfadado porque su
esposa no regresa; José Ángel desbordado de angustia, le ruega por enésima vez
a su interlocutor salir en búsqueda de la ausente, con lo que incita la cólera al hasta ahora “apacible
esposo”, quien se pone de pie propinándole un golpe en el mentón derribándolo
al piso sin conocimiento.
A los pocos segundos reacciona y frente a él
solamente el barman que le ofrece un vaso de agua fría y luego le sirve de
testigo ante los peritos policiales para hacer el retrato hablado de los dos
vividores del sudor ajeno.
La noticia corre rápidamente por toda la ciudad,
ante todo por lo poco frecuente del hecho en Las Tunas, a 690 kilómetros de La Habana , donde sus
habitantes se caracterizan por la hospitalidad.
Esta historia real que hemos narrado es una muestra de uno de los tipos de delitos que se producen en las calles de pueblos y ciudades de este archipiélago, en las que las víctimas muchas veces se convierten, por incautas, en cómplices de quienes los engañan usando la propia capacidad de seducción y convencimiento que poseen por el alto nivel cultural adquirido en los programas de enseñanza al alcance de todos.
En una red social un navegante dejó escrito “Qué bello es viajar, pero qué triste que haya países donde las posibilidades de volver en un féretro a tu país se multipliquen”. Sin embargo, en la provincia de Las Tunas y en todo el país no es común, como en otras naciones latinoamericanas y caribeñas, los arrebatos de bienes de las manos o de encima del cuerpo de las personas. Incluso, muchos turistas en esas geografías no tienen el placer de recorrer las calles, como lo hacen en la Isla , por el temor de perder sus vidas. Ni la violencia ni los linchamientos caracterizan a ningún sitio de Cuba.
Baste mencionar un reporte del Boletín Turístico Noticioso para Turoperadores y Agentes de Viajes, en el primer trimestre de 2012, el número de visitantes extranjeros creció en un cuatro por ciento en Cuba.
Y este crecimiento se debe a la seguridad que se vive a todo lo largo y ancho de la mayor de Las Antillas, según las declaraciones en La Habana de Elías Carranza, el director del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención
del Delito y el Tratamiento del Delincuente.
Vista: Centro de la Ciudad, donde ocurrieron los hechos... |
Ante estos hechos, muchas de las víctimas por vergüenza no acuden a las
estaciones policiales, donde se han esclarecido varios sucesos de esta
naturaleza utilizando los Sistemas Automatizados que dispone el Ministerio
del Interior para
combatir diferentes manifestaciones del delito y garantizar la tranquilidad
ciudadana.
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